David Gómez

Escritor, speaker

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Detalles que Enamoran: Pianista en ascensor

diciembre 25, 2019

En un mundo saturado de negocios queriendo vender, la atención de los clientes es algo súper escaso. Llamar la atención de la gente es cada vez más difícil, por una sencilla razón: porque nadie sorprende. Porque la mayoría de los negocios son aburridos. Dicen lo mismo que todos sin sobresalir en nada.

El poder de la sorpresa

Sorprender es una de las más poderosas herramientas del arsenal de cualquier compañía. La sorpresa es sin lugar a dudas el antídoto contra la indiferencia. Hace que la gente voltee a mirar y aun más importante, que comparta y genere el tan anhelado y esquivo voz a voz.

Nadie habla de negocios promedio, que venden cosas promedio, con argumentos promedio. La gente habla de los que se alejan de lo predecible.

La experiencia en un elevador

Esperar y tomar un elevador es una experiencia bastante monótona y no siempre agradable. A veces después de esperar un buen rato, se abre el ascensor asomando gente empacada al vacío. Usted simplemente dice con voz de resignación, “Tranquilos, yo espero el otro”.

El interior de un ascensor es un espacio confinado que en ocasiones se torna incómodo. La gente no sabe para dónde mirar. Unos se sumergen en su celular para evitar cualquier contacto visual; otros miran de reojo a la persona de al lado, criticando silenciosamente la vestimenta; otros más leen la circular de la administración recordando que mañana van a fumigar; otros sonríen fingidamente cuando el bebé que carga la señora de al lado le lanza el sonajero con una infinita ternura; y otros se hipnotizan mirando la pantalla que anuncia el piso por el que está pasando.

Son segundos eternos, incómodos e inevitables. Como tantas cosas en la vida.

Pianista en ascensor

Sin embargo, hay ocasiones (bastante escasas) donde un elevador puede sorprendernos. Como por ejemplo, que se abra la puerta y en vez de ver gente apiñada, lo reciba un pianista interpretando animadamente una canción popular.

Y eso fue justo lo que me pasó en un crucero de Royal Caribbean. Se abre la puerta del ascensor y me encuentro a este personaje:

Frente a esto es imposible no sonreír; es imposible no disfrutarlo. Especialmente si está en “modo vacaciones”. (Además, imagínese la generosidad de las propinas).

El pianista interactúa con las personas, les pregunta de dónde son, su canción favorita y hace uno que otro chiste. Estas sorpresas son los detalles que enamoran. ¿Hay necesidad de hacerlo? No. ¿Sorprende y genera voz a voz? Sin lugar a dudas.

Ese es el principio. Entre más inesperados los detalles, mayor el impacto.

¿Cómo puede romper la monotonía de sus clientes?

Hay que reconocerlo, la gente se está muriendo de aburrimiento.

¿Qué acción inesperada puede implementar para sus clientes?, ¿qué dejaría a la gente boquiabierta?, ¿qué hay que hacer para que le digan a su mejor amigo, “No te imaginas lo que me pasó hoy”?

Rompa la inercia, sálgase del molde, intente algo nuevo y vea la respuesta de la gente. Sorprenda. Notará la diferencia.

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